Directa del recetario de la abuela a tu despensa. Esta longaniza se fríe con calma y se conserva en su propia grasa como manda la tradición manchega. Nada de prisas, aditivos ni conservantes artificiales. Solo buen producto, mimo y aceite del bueno.
Su sabor es potente y jugoso, con ese toque casero que te transporta al campo. Viene en tarro de 500 g, lista para calentar y servir en bocados que levantan el ánimo.
Pruébala:
-
Sobre una buena rebanada de pan crujiente.
-
Con huevos y patatas.
-
Con unas habitas baby (ohhhhhh, muerte lenta).
Calienta al baño maría o en sartén. O SIN CALENTAR, que también está de muerte.
Disfruta como debe ser: sin florituras, con sabor real.